lunes, 18 de marzo de 2013

Capítulo 7.


Miré hacia detrás y ahí estaba él. Una camiseta de tirantes y un vaquero cubría su cuerpo pálido. Su pelo rubio hacia arriba como de costumbre y sus ojos más vivos que nunca.

- ¿Te lo pasaste bien anoche?
- Sí. ¿Y tú?
- Te extrañé al irte de la fiesta. No encontré otra compañía.

Eso me sentó bastante mal. ¿Quería decir que estaba buscando a alguien cuando yo me fui? Aunque yo no era la más indicada para hablar. Decidí ignorar el comentario y seguirle el juego.

- Una pena. Espero que la encuentres pronto.

Me giré para irme pero él me agarró la mano y me condujo por el pasillo.

- Rubio no estoy para juegos. Tengo que buscar a mi hermana.
- Jamia está con Gerard en la ciudad. Salieron al mediodía, me pidió que te lo dijera ya que ninguna estaba despierta cuando ella te tocó la puerta para avisarte.
- ¿Estaba bien? No me parece buena idea que se marche con Gerard…
- ¿Crees que alguien en su sano juicio podría meterse con alguien como él?
- No me fío de él, no de la gente –le dirigí una mirada burlona.
- Conozco a Gerard bastante. Y bueno, me atrevería a decir que es un chico muy reservado. Si se ha lanzado con tu hermana es porque le interesa de verdad.

Lo miré desconfiada. Si Gerard hacía en algún sentido daño a mi hermana jamás podría perdonarme no haberla protegido. El vínculo que yo tenía con Jamia superaba los lazos de sangre. Crecimos prácticamente juntas y eso hizo que los defectos que ella tenía yo los transformara en mis virtudes y viceversa, por lo que nos compenetrábamos bastante. Nos conocíamos a la perfección. Tan solo ver su carita yo sabía que era lo que le había pasado y cuando y si me apuran, quién le había dicho algo que la inquietara tanto para bien como para mal. Era mi mayor confidente, mi alma gemela, la persona en la que yo más confiaba. Por eso no podía permitir que le hicieran daño a una parte de mí porque sabía que entonces jamás sería lo mismo. Recordé en sus ojos el brillo característico de una persona al enamorarse y ella estaba confiada en que Gerard era alguien de fiar.

- Jane… ¿Estás en la Tierra?
- Sí, lo siento…
- Quiero que me hagas un favor.
- ¿Te vas a poner con esas?
- Deja de ser tan tonta y escúchame. Diles a tus amigas que vas a salir, necesito que me acompañes a un lugar.
- ¿Qué lugar?
- Impertinente. Díselo.

No sabía porqué pero algo en mi cabeza me decía que lo acompañara, pero otra parte de mí me decía que no, que me quedara y buscara a Harry para aclarar las cosas. Miré a Niall. Para mí, la mirada de cualquier persona transmite hasta el más mínimo detalle. Hay algo en ellos que me permite saber si está mintiendo, si dice la verdad, si está feliz o solo está fingiendo… Y Niall desprendía felicidad por cada poro de su piel, no solo por sus ojos. Sostenía mi mano con ímpetu, parecía un niño pequeño la noche de Navidad. Estaba ilusionado.

- Está bien. Voy a buscar a alguna de las chicas.
- Voy contigo, no me fío de ti.
- Gracias.

Caminó a mi lado sin decir una palabra y cogimos el primer ascensor que vimos. Lily y Harry estaban dentro. Ascensor. Harry. No me gustaba esta idea.

- Lils te estaba buscando.
- Y yo a ti.

Miré a Harry con vergüenza y el tocó la barandilla donde la noche anterior me había apoyado. Mis mejillas se tornaron de un color rosa a rojo en cuestión de segundos.

- Voy a salir.
- ¿Con quién? –inquirió Harry.
- Conmigo –contestó Niall.
- Tenemos que hablar más tarde Jane –susurró Lily.
- Al llegar…

Salí del ascensor a toda prisa mientras Niall me seguía algo confuso. Sabía que lo que estaba pasando no estaba bien, aún Niall no sabiendo nada sentía que le estaba mintiendo de alguna manera. Salí fuera de la instalación y no pude evitar quedarme perpleja ante la imagen de Hanna y Zayn sujetándose las manos, mientras se miraban los ojos. Zayn le acariciaba la mejilla. Ella sonreía… ¿En serio? A decir verdad, no parecía un gesto fingido, pero aún así me preocupaba por Hanna. Niall me dio un leve toque en las costillas cuando se fijó en lo que yo estaba mirando.

- Deja de preocuparte. Sé en lo que estás pensando, pero Zayn no es de esos. De verdad.

Le miré con gesto compungido y él sonrió de manera exagerada mientras me pasaba la mano por los hombros y me alejaba de allí. Nos dirigimos a los aparcamientos y él me llevó hacia una gran moto de color azul eléctrico. Era grande, se veía indestructible.

- No sabía que te iban las motos.
- No sabes nada de mí aún.
- Cierto.
- Y por eso te secuestro, porque quiero que me conozcas.

Sonreí ante su comentario al tiempo que me pasó un casco. Me lo coloqué y subí detrás de él, con miedo. Jamás había montado en nada semejante, hasta me daba miedo coger la bicicleta. Nunca había sido de montar en cosas sobre cuatro ruedas. Hasta los coches me producían en ocasiones algo de vértigo. Intenté ocultar mi miedo pasando las manos por el abdomen de Niall. Noté sus músculos tensos, marcados y fuertes. Encendió la moto con un golpe seco y sin esfuerzo alguno, la sacó de entre varios coches mal aparcados. Sentí la libertad cuando dejamos los edificios atrás y nos sumergimos en un espacio que intercalaba los colores verde y azul. No había ni una nube en el cielo, nada. Las estrellas salpicaban con alegría aquel espacio que nos cubría. Me sentía protegida abrazada a aquel chico rubio que conducía. Miré el paisaje. Escuché el sonido del mar a lo lejos y notaba el olor a sal en el ambiente. Niall paró la moto cerca de un paseo marítimo y me tendió la mano para bajar.

- ¿Por qué a la playa?
- Tengo mis fuentes para saber que te gusta mucho la playa.

Sonreí en mis adentros. La noche acompañaba mucho. El pelo se me zarandeaba a los costados y me coloqué el sombrero en su sitio. Noté mi móvil vibrar en el bolsillo. En la pantalla se reflejaba el nombre de Lils.

- ¿Te importa? Prometo terminar enseguida, es Lily.
- No te preocupes, voy preparando todo.

Asentí aunque no sabía muy bien a qué se refería. La voz preocupada de mi amiga me hizo temblar.

- ¿Lils? ¿Qué te ocurre?
- Es James.
- ¿Te ha hecho algo?
- Lo…lo…lo acabo de ver… con una chica… en una actitud… -noté su voz quebrarse a través de la línea.
- ¿Lils te ha hecho daño?
- Lo vi besándose con otra chica –un nudo se me creó en el estómago al escuchar su llanto. No soportaba escuchar o ver llorar a aquella chica.
- ¿Qué? ¿Hablas en serio?
- Estaba en el ascensor con Harry… y al salir lo vi. Le sonreía con la típica sonrisa ladina con la que me sonrió anoche antes de…
- Eh Lils, escúchame, sé que lo que te diga ahora no te va a consolar ¿quieres que vaya?
- No. Quédate con Niall. Sé que si vienes, me encerraré contigo en la habitación y ninguna de las dos podrás hacer su noche tranquila. Por favor no le cuentes nada a nadie.
- Me da igual la noche si tú no estás bien.
- No Jane. Por favor.
- ¿Con quién estás?
- Ahora sola, pero salí a dar una vuelta con Harry. Le dije que tenía ganas de ir al baño y aproveché para llamarte.
- Ah, que mientras haces pis me llamas. Muy bonito.
- Me tienes que dar el número de esos cursillos que haces para ser tan imbécil.
- Me los pasó tu madre.
- Ahí te has pasado.
- Ella se los robó a James.
- Eso me ha gustado más. Jane ¿qué hago?

Noté como la línea comunicaba que tenía otra llamada.

- Lily, enseguida te llamo y estoy el tiempo necesario contigo. Es un minuto.

Pulsé la tecla “aceptar” y me puse el auricular en la oreja.

- ¿Sí?
- Jane, soy Harry. Escúchame. Ha pasado algo con Lils…
- Lo sé. Me acaba de llamar. Por cierto… ¿cómo tienes mi teléfono?
- Eso es lo de menos. Tengo que hacer algo para animarla. Lo necesito.
- ¿Por qué necesitas verla bien?
- Odio ver a la gente triste.
- Que considerado. Pero está bien. Solo lo sabemos tú y yo y tú estás más cerca. Rizos, llévala a bailar. Que beba, le doy permiso –reí- que disfrute y que haga lo que le dé la gana. Pero llévala a bailar, que escuche música y que se le emboten los sentidos.
- Que rebelde te pones cuando te enfadas. Me encanta.
- Maldito Rizos, ¿quieres escucharme?
- A bailar. Está bien.
- Volved temprano y así mañana salimos todos a hacer un camping o algo. Tenemos que mantener a Lils fuera de la residencia hasta que hable con James y lo eche a patadas de allí.
- ¿Le puedo pegar?
- Después de que hable con él.
- Tengo tu palabra.

Sonreí de nuevo y divisé a Niall echado en las tablas del paseo, mirando al cielo. Me apresuré.

- Tengo que dejarte. Haz lo que te digo. Que se arregle y que salga.
- Ella está guapa con cualquier cosa.
- Límpiate la baba y lo que no es la baba cuando cuelgues, pero luego lávate las manos.
- Eres tan tonta.

Colgué para darle a la llamada de Lily.

- Lils.
- Dime, ¿quién era?
- Niall, para que fuera con él.
- Que romántico.
- Mira Lils, reúnete con Harry. Llama a las chicas. Sal de ahí. Pasa de James y de esas personas que no te merecen.
- Es fácil decirlo.
- Ya me lo dirás mañana.
- Gracias por todo.
- Gracias a ti por ser quien eres.

Apagué el teléfono mientras caminaba en silencio hacia Niall. Miré al cielo yo también. James era para mí un ejemplo de novio perfecto. Al principio era el típico chico atento que no permitía que nadie dijera nada a la chica que le gustaba, repartía sonrisas por doquier y palabras atentas en cada momento. Cuando la relación se ponía seria, obsequiaba con regalos y más palabras bonitas. Llamaba a todas horas para saber cómo estaba y si alguna vez Lils estaba enferma, iba enseguida en su 4x4 para reunirse con ella. Cuando decidieron terminar su relación, él aún seguía apoyándola siempre. Incluso viajó hasta aquí para verla. Y al final no era quién él decía ser. Un auténtico idiota. Eso sí. Engañar a una chica siempre me ha parecido algo inhumano. Al igual que las chicas a los chicos, claramente. Si quieres a alguien ¿por qué buscar en otra persona más cosas? Lo veía absurdo. No podía fiarme de nadie, y desde que Harry me había dicho lo mismo de Niall, aún más.

- ¿Sabes? Esta mañana Liam soñó con vosotras.
- ¿Conmigo?
- Sí, dijo que una de vosotras se iría de Roma pronto.
- Oh. Por Dios no…
- Le dije que si esa que te ibas eras tú, que se acostara y volviera a soñar.

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