martes, 5 de marzo de 2013

Capítulo 3.


Miré a los ojos de aquel chico rubio con curiosidad. Tenía menos de cinco segundos para buscar una manera de salir de allí. Piolín me miró con mala cara mientras el chico de camiseta de rayas se reía a carcajada limpia. Maddy se había conseguido librar de él y había ido a salvar a Lily. El chico de rizos se puso detrás de mí y yo me quedé entre el rubio y él. Fue Jamia la que se puso al lado de nosotros para calmar la situación.

- Vamos chicos, calmad la situación. Si la chica es mucho para vosotros es normal. A ver tú que te crees aquí el Don Juan con ese pelo chino que tienes. Y tú, rubio platino deja de armar jaleo que me han chivado que eres un prepotente sin cerebro.

Ambos chicos se quedan petrificados al escuchar las palabras de mi hermana y las demás empezaron a aplaudir. Vi como se aposentaba en sus rostros un color rojo y una mueca de disgusto y vergüenza. El del pelo rubio se giró hacia mi hermana y luego al chico que antes había estado hablando con ella. El miedo salpicó su cara y sus ojos se oscurecieron. Enseguida se echó hacia atrás y me agarró de la mano.

- Suéltala Niall –amenazó el amigo de Jamia.
- Así que te llamas Niall… -interrumpí mirándolo a los ojos.
- Esto se nos ha ido de las manos, solamente era una broma Gerard.
- Las bromas se las haces a las zorras de turno, no a ellas.

Niall me miró con remordimiento y cobardía. Dirigí la vista hacia el otro, que estaba encarando a Gerard.

- No eres quien para amenazar, créeme.
- ¿Algo que objetar, Livingston?
- Eh. Ya basta. Disfrutad de la fiesta, aquí no ha pasado nada –apuntó otro chico.

A este no lo había visto antes. Tenía cara de ángel, literalmente. Ojos achinados marrones, y un pelo castaño claro. Una sonrisa preciosa que se borró enseguida al ver el panorama.

- Vámonos Lou, suéltala ya.
- Que conste que yo no he estado en plan machito como ellos dos –dejó de mirar al chico para dirigirse a Cher- he estado hablando con ella todo este tiempo. Somos amigos, he venido en son de paz.

Cher se sonrojó enseguida y se colocó a mi lado. El de rayas, al que el nuevo había llamado Lou se dirigió a nosotras.

- Me llamo Louis –dijo con una sonrisa. Al fin alguien normal.
- Yo soy Liam –dijo el nuevo- ¿dónde está Zayn?
- Se llevó a una de las chicas a los hombros.
- ¿Otra vez?
- ¿Suele hacerlo a menudo? –inquirí.
- Solo con las que le aparecen atractivas.
- Uh. Hoy Hanna vendrá con novedades  -dijo Devs en un susurro.
- ¿Decías algo? –preguntó Liam a Devs.
- Sí. Que eres muy mono, oye.

Liam se quedó perplejo ante la cortante frase de mi amiga. El de rizos le dio un codazo y éste respondió con un golpe en el cuello. Lily me cogió de la mano y llamó a Jamia para irnos. Y fue ahí cuando alguien tiró de nosotras.

- ¿Cómo te llamas rubia? –preguntó el chico de ojos verdes a Lily.
- Lily.
- ¿Y el de tu amiga la antipática? –añadió señalándome.
- Jane.

Lily parecía impasible y tranquila, pero por dentro yo sabía que estaba empezando a sufrir un pequeño terremoto de emociones. Sus pupilas estaban algo dilatadas y no a causa del alcohol, sus puños apretados y se movía con nerviosismo, tal y como actuaba en sus primeros días con James. Su historia con este chico era algo complicada. Se habían conocido en una fiesta y ambos se gustaban de antes así que terminó por pasar. No, nada del otro mundo, pero para Lily el simple hecho de un par de besos era motivo del fin del mundo. Y así me recordaba al actuar frente a los chicos que le parecían rematadamente atractivos, y para que engañar, aquel chico lo era. Nos miró con suspicacia y le tendió la mano a mi amiga.

- Me llamo Harry.
- Que te cunda.
- Oh vamos, como se nota que son amigas.
- Aire rizos, aire.

Harry me dirigió por último una mirada divertida y se marchó con Louis, al que arrastró hasta el tumulto de gente dejando a Cher con la palabra en la boca. Maddy me miró confusa y se dirigió a la barra. Quedábamos Jamia, Gerard, Niall, Devs, Liam y yo. El ambiente estaba algo tenso. Jamia me miró con curiosidad mientras intercalaba miradas avergonzadas con Gerard.

- Si quieres irte con él… -le susurré en el oído con picardía.
- ¡Gracias! Vuelvo temprano, prometido… ¿Tú estarás bien?
- Lo intentaré. El de rizos se ha ido y Piolín parece indefenso.
- No te metas en líos Jane.
- Vete tranquila.

Asentí viéndola marchar y les despedí con la mano. El rubio estaba sentado en el suelo con mi vaso intacto de Amaretto, mientras le daba vueltas sin parar.

- Voy con Maddy, tengo sed. Esto me ha dejado exhausta –apuntó Lily.
- Sí, sí. Me imagino que Harry te ha absorbido la energía.
- No seas estúpida. Jamás podría fijarme en alguien como él.
- Intenta engañar a tu madre Lils, pero no a mí. Solo te recuerdo algo… o mejor dicho… alguien.
- No digas nada y… -miró a Piolín- céntrate en lo tuyo –añadió guiñándome un ojo y marchándose.

Me giré buscando a Devs para irme a bailar con ella, pero para mi sorpresa estaba en una actitud algo extraña con Liam.

- ¿Cuántas sois? –le escuché preguntar al castaño.
- Siete. La chica morena que se fue con el chico que amenazó a tu amigo el rubio es hermana de Jane –dijo señalándome con disimulo. Mi arte para escuchar conversaciones era algo mágico.
- ¿Y qué os trae por aquí?
- Vacaciones. Simples y maravillosas vacaciones.
- ¿Universitarias?
- Hoy hemos dejado de serlo. Estamos al servicio de la comunidad y… del paro.
- ¡Qué coincidencia! –exclamó él rozándole la mano con entusiasmo. Cuando se fue a dar cuenta ya era demasiado tarde, el color rojo de Devs la había delatado- Y… ¿cuánto tiempo estaréis?
- Hasta septiembre.
- ¿Voy a tener el placer de verte todos los días?

Y ahí ya dejé de escuchar porque me parecía algo más íntimo. Miré a Cher que se había reunido con las chicas y yo emprendí mi viaje hacia la habitación. Ya estaba bien por aquella noche. Me arrastré por el gentío y por las múltiples salas de la planta baja y busqué durante diez minutos un ascensor. Necesitaba una ducha y dormir. Hasta bien tarde. Llegué a la habitación arrastrando los pies y desatándome la coleta, hasta que alguien me cogió del brazo y me atrajo hacia un cuarto que desconocía. El de las escobas. Me puso contra una de las estanterías polvorientas y encendió una luz tenue. Apenas había espacio entre nosotros y estaba agobiada. El sudor que desprendía aquel chico y el olor a alcohol me tenían revuelta.

- Mira por donde, volvemos a encontrarnos.
- ¿Otra vez tú? ¿No tienes a otras miles de chicas a las que molestar?
- Sé que te llamas Jane.
- ¿Quieres un aplauso por tu valiosa aportación?
- Vas de dura y seguro que en realidad eres más sensible que un bebé.
- No me pongas a prueba Pio…
- No me vuelvas a llamar Piolín.
- A tus amigos les encanta –dije pestañeando de forma exagerada.

Me sonrió igual que cuando me susurró horas antes que me iba a arrepentir de lo que había hecho y acto seguido me acarició la cara de una manera suave y tranquila. Le seguí el juego. Le di un beso en la mejilla con sensualidad fingida y le miré directamente a los ojos. Mierda. A aquella distancia podía ver claramente todo a través de ellos. Miedo, susto, venganza, rencor, pasión… un azul en el que me perdí al instante. Y unos dientes blancos cubiertos por brackets me saludaron.

- Es la primera vez que sonrío a una mujer estando borracho.
- No te creo. Déjame salir… por favor –añadí fingiendo miedo.
- ¿Estás asustada?
- No. Tengo sueño. Vamos Piol… rubio, déjame ir.
- A cambio de algo.

De repente ladeo suavemente la cabeza, cerró los ojos y se acercó peligrosamente a mí. No tenía otra opción.

- ¿A cambio de esto? –exclamé mientras levantaba la rodilla justamente hacia su entrepierna.

Cayó al suelo de rodillas haciendo aquel espacio más pequeño y poniéndome más difícil mi salida. Salté encima de él y abrí la puerta trastabillando. Escuché sus quejidos aún cuando cerré la puerta de mi cuarto. Y sonreí. No sé cual fue la razón. Puede que fuera el hecho de recordar aquellos ojos azules.

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