miércoles, 6 de marzo de 2013

Capítulo 4.


Unos rayitos de sol interrumpieron mi sueño. La habitación de la residencia a la luz natural era mucho más bonita y vistosa. Las paredes color salmón, decoradas con cuadros de diversas partes del mundo, te transportaban a donde quisieras. Una tele de un tamaño considerable descansaba encima de un mueble blanco, al igual que las mesitas de noche  y el armario que había a cada lado de las camas. Una colcha de flores tapaba mi cuerpo desnudo, tan solo cubierto por una camiseta holgada blanca de la empresa de mi padre. Miré a través de la ventana para ver unas preciosas vistas de Roma. En la cama de al lado la cabeza de Jamia colgaba por un lado de ésta y tenía una pierna por fuera de la sábana color azul. Un suave ronquido salía de su pequeña boca y yo sofoqué una risita. A la izquierda, el pelo rubio de Lily se veía por encima de la colcha violeta. Me levanté con sigilo y me dirigí al baño, evitando las prendas de ropa desperdigadas por el suelo. Mi aspecto al mirarme al espejo fue decepcionante. El pelo castaño, tirando a pelirrojo parecía un nido de pájaros y al no haberme quitado el maquillaje la noche anterior, parecía recién salida de un entierro. Una ducha no vendría nada mal, así que antes de que las otras dos me echaran a patadas de allí, decidí meterme en la bonita bañera del mismo color de las paredes.

- ¿Jane? –escuché a alguien tocar la puerta a través de aquella cortina.
- Sí Jamia.
- Cierro la puerta, necesito contarte algo.
- ¿Pasó algo con Gerard anoche?
- No… pero es que es sobre eso sobre lo que quiero hablarte. Por cierto, luego te tengo que coger prestada una camiseta azul preciosa.
- No. Que tú tienes más pecho que yo y se alarga.
- ¡No seas mentirosa! Yo siempre te presto todo.
- Y me queda como un saco, pero en fin, luego hablaremos de eso. ¿Qué paso anoche?
- Resulta que a Gerard lo conocía de antes. Por un chat universitario. No pensé que lo fuera a encontrar justamente la primera noche que viajara a Roma, pero he de decir que fue él el que me reconoció. Me conoce bastante, casi siempre me desahogo con él cuando hay problemas en casa y me siento muy cómoda hablando con él. No intentó nada conmigo tampoco. Cuando me fui, fuimos por todas las salas viendo un poco las fiestas y al reunirme con las chicas y ver que no estabas me acompañó hasta aquí.
- Vale. ¿Y cuál es el problema?
- Que es el primer día y siento que me estoy emocionando mucho.
- Tú misma me acabas de decir que llevas hablando con él mucho tiempo, aunque lo que no entiendo es por qué no me has contado eso.
- No le daba mucha importancia, jamás me llegué a fijar en él mientras hablábamos ni mucho menos. Era un amigo normal, como Frank, o Mikey o Ray…
- Bueno Jamia, las cosas se irán viendo, no tienes nada de qué preocuparte. Yo salgo ya, ¿vas a ducharte? –pregunté mientras salía con la toalla enrollada en el cuerpo.
- Sí, necesito despejarme.
- Anda cabecita loca. Iré a desayunar. Te veo luego

Salí del baño y Lily seguía durmiendo. Habría llegado tarde anoche. Abrí el armario y escogí un vestido con cuello vaquero y unas sandalias. De paso, le dejé la blusa que Jamia me había pedido encima de su cama, cerré el armario y salí sin hacer ruido, mientras me hacía una coleta improvisada. Pasé por delante de aquel armario donde había visto de cerca sus ojos y noté como las mejillas se me acaloraban. Por muy increíble que pareciera, los pasillos y la sala de fiestas de la noche anterior estaban impecablemente limpios. La cocina estaba casi vacía. Aquí al parecer no se madrugaba mucho. Me coloqué en la fila para ponerme un poco de leche y alguien tapó mis ojos.

- Buenos días –exclamó una voz conocida.
- Anda Maddy, que raro despierta tan temprano.
- Es culpa de Cher. Ya sabes, siempre con su afán por tomar la mañana.
- ¿Dónde está?
- Allí sentada –señaló a una mesa donde el chico de camiseta a rayas, Louis creo que se llamaba, y Cher hablaban con ánimo.
- ¿Qué hace con él? –apunté con una sonrisa pícara.
- Pasó a buscarla esta mañana para pedirle perdón por haberla dejado tan mal ayer.
- Pero no fue culpa de él, sino del estúpido de su amigo.
- Aún así, quiso pedirle disculpas. Devs y Hanna están ahí delante.

Señaló a mis dos amigas, que llevaban una taza de leche y un sobre de cola-cao, con cara de sueño y sonriendo. Se sentaron con Cher y Louis y seguidamente, el chico moreno de camisa de cuadros se puso detrás de la silla de Hanna, haciendo que esta se sobresaltara. Reí por lo bajo y esperé a que llegara mi turno de tomar el desayuno. Perdí de vista la mesa y a Maddy cuando cogió un par de tostadas. Estaba tomando un vaso cuando de nuevo alguien me tapó los ojos.

- Maddy déjame desayunar.
- No soy Maddy.

Me giré rápidamente para ver como el chico rubio me sonreía con fervor.

- ¿Se te ha pasado el dolor? –reí de manera burlona.
- Apenas lo siento.
- Me alegro.

Cogí de nuevo el vaso y me dirigí a la mesa donde estaban todos, sentándome al lado de Lily, que también estaba allí.

- Buenos días, fea durmiente.
- Que chispa tienes Jane, la misma que una llama.

Maddy estalló en risas haciendo que la cocina al completo nos mirara, ahora sí con más gente.  Hanna miraba con un odio mezclado con ternura hacia el moreno. Ya que estaba a su lado, le di una pequeña patada suave en el tobillo.

- ¡Zayn! Antes tenía gracia, ahora deja de darme pataditas.

Zayn la miró confuso y todos empezaron a soltar las típicas burlas.

- Yo no he sido enana.
- Lo siento mucho Hanna, fui yo –dije intentando aguantar una carcajada.

El desayuno transcurrió entre risas. Se unió Liam más tarde dándole un beso a Devs en la mejilla.

- Me he perdido. Esto es nuevo. Me ahogo –dijo Lily aplaudiendo.
- ¿Quieres que te rescate? –susurró Harry, que no sabíamos de donde había salido.
- Prefiero que me aplaste un pulpo.
- Eres tan sensible.
- Acostúmbrate rizos –añadí quitándole importancia.
- Que me llames así me pone mucho.

No pude evitar poner una mueca de sorpresa. Vi por el rabillo del ojo como mostraba sus hoyuelos con cierto toque infantil.

- Yo me voy –anuncié poniéndome en pie.
- Espera Jane… voy contigo.

Maddy se levantó y se colocó a mi lado, cabizbaja. Salimos al patio central, donde todos se bañaban y tomaban el desayuno al aire libre. Nos sentamos en el césped y ella se recostó con la cabeza en mis piernas.

- Jane estoy confusa.
- ¿Qué ocurre?
- Es por culpa del moreno ese.
- ¿Zayn?
- Ese.
- ¿Qué ocurre?
- Anoche, cuando regresó de jugar con Hanna al “pilla pilla” –dijo eso con un tono despectivo- se puso a mi lado y comenzó a hablarme…
- ¿Y?
- Bueno, hablaba conmigo como si nos conociéramos de siempre. No sé… me daba codazos de coña todo el tiempo, coqueteaba conmigo…
- ¿No lo estás exagerando un poco?
- Sé cuando alguien intenta ligar conmigo Jane.
- Bueno Maddy… no sé qué decirte en este caso. Puede que estuviera borracho… si ves que vuelve a hacerlo a la vez que lo hace con Hanna, habla con ella. No dejes que un chico estropee la amistad que tenéis.
- Gracias… iré a recoger arriba un poco. ¿Nos vamos a la tarde de compras por Roma?
- Dalo por hecho.

Vi a Maddy marchar y yo aproveché para quedarme a mirar el panorama.

- ¿Tan solita tú por aquí? Siempre estás apartada del grupo.
- Deja de acosarme.
- ¿Por qué eres tan arisca?
- No soy arisca, solo que no me caes bien.
- Anoche me lo demostraste.

No pude evitar reírme ante aquel comentario.

- ¡Te has reído!
- Es que recuerdo como caíste tan débil después de ladear la cabeza pensando que te iba a besar y me duele el estómago de las carcajadas.
- Eres muy graciosa.
- Gracias.

Se puso de cuclillas frente a mí y abrió mis piernas para acercarse.

- Tienes unos ojos preciosos.
- Son marrones, del montón.
- Preciosos.
- Déjalo. Anda no vas a hacer que cambie de opinión porque tú me digas un piropo.
- Jane, solo intento ser amable contigo.

Lo miré de nuevo a aquellos, con miedo a quedarme paralizada y que el notara que me encantaban. Por primera vez parecía sincero y sin gestos de burla.

- Vale. Gracias por el cumplido.

Sonrió ante mi comentario y se sentó a mi lado, dejando que me relajara un poco.

- Hemos empezado con mal pie, y ha sido culpa mía. Te dije que no te metieras donde no te llamaban y yo estaba haciendo justo eso.
- ¿Quién te hizo llegar a esa sabia conclusión?
- Liam.
- Chico listo.
- Es que llego a ser muy protector con la gente que me importa… Nunca tuve hermanos y ahora los tengo a ellos cuatro.
- Pero el de rizos se estaba metiendo con mi amiga.
- Lo sé. Por eso… empecemos de nuevo. ¿Lo prefieres?

Dudé durante un minuto observándolo con detenimiento. Llevaba unos pantalones vaqueros y una camiseta blanca de tirantes. El pelo rubio característico hacia arriba y unas ojeras considerables. No tenía nada que perder diciéndole que sí, había sido sincero conmigo y me había pedido perdón.

- Está bien –dije al fin.
- ¿Salimos esta tarde para celebrarlo?
- Voy a salir con las chicas a ver un poco todo esto… ¿mejor esta noche?
- Mucho mejor.

Me sonrió a la vez que me tendía su móvil con intención de que le grabara mi teléfono y yo le tendí el mío para que hiciera lo mismo. No sabía cómo podría acabar aquello, pero digamos que era un bonito comienzo.

1 comentario:

  1. Bueno, cielo, tienes dos opciones: subes pronto y todos somos felices, o subes dentro de mucho y a mí me da una taquicardia. Tú eliges. Te quiero soul.

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