lunes, 18 de marzo de 2013

Capítulo 7.


Miré hacia detrás y ahí estaba él. Una camiseta de tirantes y un vaquero cubría su cuerpo pálido. Su pelo rubio hacia arriba como de costumbre y sus ojos más vivos que nunca.

- ¿Te lo pasaste bien anoche?
- Sí. ¿Y tú?
- Te extrañé al irte de la fiesta. No encontré otra compañía.

Eso me sentó bastante mal. ¿Quería decir que estaba buscando a alguien cuando yo me fui? Aunque yo no era la más indicada para hablar. Decidí ignorar el comentario y seguirle el juego.

- Una pena. Espero que la encuentres pronto.

Me giré para irme pero él me agarró la mano y me condujo por el pasillo.

- Rubio no estoy para juegos. Tengo que buscar a mi hermana.
- Jamia está con Gerard en la ciudad. Salieron al mediodía, me pidió que te lo dijera ya que ninguna estaba despierta cuando ella te tocó la puerta para avisarte.
- ¿Estaba bien? No me parece buena idea que se marche con Gerard…
- ¿Crees que alguien en su sano juicio podría meterse con alguien como él?
- No me fío de él, no de la gente –le dirigí una mirada burlona.
- Conozco a Gerard bastante. Y bueno, me atrevería a decir que es un chico muy reservado. Si se ha lanzado con tu hermana es porque le interesa de verdad.

Lo miré desconfiada. Si Gerard hacía en algún sentido daño a mi hermana jamás podría perdonarme no haberla protegido. El vínculo que yo tenía con Jamia superaba los lazos de sangre. Crecimos prácticamente juntas y eso hizo que los defectos que ella tenía yo los transformara en mis virtudes y viceversa, por lo que nos compenetrábamos bastante. Nos conocíamos a la perfección. Tan solo ver su carita yo sabía que era lo que le había pasado y cuando y si me apuran, quién le había dicho algo que la inquietara tanto para bien como para mal. Era mi mayor confidente, mi alma gemela, la persona en la que yo más confiaba. Por eso no podía permitir que le hicieran daño a una parte de mí porque sabía que entonces jamás sería lo mismo. Recordé en sus ojos el brillo característico de una persona al enamorarse y ella estaba confiada en que Gerard era alguien de fiar.

- Jane… ¿Estás en la Tierra?
- Sí, lo siento…
- Quiero que me hagas un favor.
- ¿Te vas a poner con esas?
- Deja de ser tan tonta y escúchame. Diles a tus amigas que vas a salir, necesito que me acompañes a un lugar.
- ¿Qué lugar?
- Impertinente. Díselo.

No sabía porqué pero algo en mi cabeza me decía que lo acompañara, pero otra parte de mí me decía que no, que me quedara y buscara a Harry para aclarar las cosas. Miré a Niall. Para mí, la mirada de cualquier persona transmite hasta el más mínimo detalle. Hay algo en ellos que me permite saber si está mintiendo, si dice la verdad, si está feliz o solo está fingiendo… Y Niall desprendía felicidad por cada poro de su piel, no solo por sus ojos. Sostenía mi mano con ímpetu, parecía un niño pequeño la noche de Navidad. Estaba ilusionado.

- Está bien. Voy a buscar a alguna de las chicas.
- Voy contigo, no me fío de ti.
- Gracias.

Caminó a mi lado sin decir una palabra y cogimos el primer ascensor que vimos. Lily y Harry estaban dentro. Ascensor. Harry. No me gustaba esta idea.

- Lils te estaba buscando.
- Y yo a ti.

Miré a Harry con vergüenza y el tocó la barandilla donde la noche anterior me había apoyado. Mis mejillas se tornaron de un color rosa a rojo en cuestión de segundos.

- Voy a salir.
- ¿Con quién? –inquirió Harry.
- Conmigo –contestó Niall.
- Tenemos que hablar más tarde Jane –susurró Lily.
- Al llegar…

Salí del ascensor a toda prisa mientras Niall me seguía algo confuso. Sabía que lo que estaba pasando no estaba bien, aún Niall no sabiendo nada sentía que le estaba mintiendo de alguna manera. Salí fuera de la instalación y no pude evitar quedarme perpleja ante la imagen de Hanna y Zayn sujetándose las manos, mientras se miraban los ojos. Zayn le acariciaba la mejilla. Ella sonreía… ¿En serio? A decir verdad, no parecía un gesto fingido, pero aún así me preocupaba por Hanna. Niall me dio un leve toque en las costillas cuando se fijó en lo que yo estaba mirando.

- Deja de preocuparte. Sé en lo que estás pensando, pero Zayn no es de esos. De verdad.

Le miré con gesto compungido y él sonrió de manera exagerada mientras me pasaba la mano por los hombros y me alejaba de allí. Nos dirigimos a los aparcamientos y él me llevó hacia una gran moto de color azul eléctrico. Era grande, se veía indestructible.

- No sabía que te iban las motos.
- No sabes nada de mí aún.
- Cierto.
- Y por eso te secuestro, porque quiero que me conozcas.

Sonreí ante su comentario al tiempo que me pasó un casco. Me lo coloqué y subí detrás de él, con miedo. Jamás había montado en nada semejante, hasta me daba miedo coger la bicicleta. Nunca había sido de montar en cosas sobre cuatro ruedas. Hasta los coches me producían en ocasiones algo de vértigo. Intenté ocultar mi miedo pasando las manos por el abdomen de Niall. Noté sus músculos tensos, marcados y fuertes. Encendió la moto con un golpe seco y sin esfuerzo alguno, la sacó de entre varios coches mal aparcados. Sentí la libertad cuando dejamos los edificios atrás y nos sumergimos en un espacio que intercalaba los colores verde y azul. No había ni una nube en el cielo, nada. Las estrellas salpicaban con alegría aquel espacio que nos cubría. Me sentía protegida abrazada a aquel chico rubio que conducía. Miré el paisaje. Escuché el sonido del mar a lo lejos y notaba el olor a sal en el ambiente. Niall paró la moto cerca de un paseo marítimo y me tendió la mano para bajar.

- ¿Por qué a la playa?
- Tengo mis fuentes para saber que te gusta mucho la playa.

Sonreí en mis adentros. La noche acompañaba mucho. El pelo se me zarandeaba a los costados y me coloqué el sombrero en su sitio. Noté mi móvil vibrar en el bolsillo. En la pantalla se reflejaba el nombre de Lils.

- ¿Te importa? Prometo terminar enseguida, es Lily.
- No te preocupes, voy preparando todo.

Asentí aunque no sabía muy bien a qué se refería. La voz preocupada de mi amiga me hizo temblar.

- ¿Lils? ¿Qué te ocurre?
- Es James.
- ¿Te ha hecho algo?
- Lo…lo…lo acabo de ver… con una chica… en una actitud… -noté su voz quebrarse a través de la línea.
- ¿Lils te ha hecho daño?
- Lo vi besándose con otra chica –un nudo se me creó en el estómago al escuchar su llanto. No soportaba escuchar o ver llorar a aquella chica.
- ¿Qué? ¿Hablas en serio?
- Estaba en el ascensor con Harry… y al salir lo vi. Le sonreía con la típica sonrisa ladina con la que me sonrió anoche antes de…
- Eh Lils, escúchame, sé que lo que te diga ahora no te va a consolar ¿quieres que vaya?
- No. Quédate con Niall. Sé que si vienes, me encerraré contigo en la habitación y ninguna de las dos podrás hacer su noche tranquila. Por favor no le cuentes nada a nadie.
- Me da igual la noche si tú no estás bien.
- No Jane. Por favor.
- ¿Con quién estás?
- Ahora sola, pero salí a dar una vuelta con Harry. Le dije que tenía ganas de ir al baño y aproveché para llamarte.
- Ah, que mientras haces pis me llamas. Muy bonito.
- Me tienes que dar el número de esos cursillos que haces para ser tan imbécil.
- Me los pasó tu madre.
- Ahí te has pasado.
- Ella se los robó a James.
- Eso me ha gustado más. Jane ¿qué hago?

Noté como la línea comunicaba que tenía otra llamada.

- Lily, enseguida te llamo y estoy el tiempo necesario contigo. Es un minuto.

Pulsé la tecla “aceptar” y me puse el auricular en la oreja.

- ¿Sí?
- Jane, soy Harry. Escúchame. Ha pasado algo con Lils…
- Lo sé. Me acaba de llamar. Por cierto… ¿cómo tienes mi teléfono?
- Eso es lo de menos. Tengo que hacer algo para animarla. Lo necesito.
- ¿Por qué necesitas verla bien?
- Odio ver a la gente triste.
- Que considerado. Pero está bien. Solo lo sabemos tú y yo y tú estás más cerca. Rizos, llévala a bailar. Que beba, le doy permiso –reí- que disfrute y que haga lo que le dé la gana. Pero llévala a bailar, que escuche música y que se le emboten los sentidos.
- Que rebelde te pones cuando te enfadas. Me encanta.
- Maldito Rizos, ¿quieres escucharme?
- A bailar. Está bien.
- Volved temprano y así mañana salimos todos a hacer un camping o algo. Tenemos que mantener a Lils fuera de la residencia hasta que hable con James y lo eche a patadas de allí.
- ¿Le puedo pegar?
- Después de que hable con él.
- Tengo tu palabra.

Sonreí de nuevo y divisé a Niall echado en las tablas del paseo, mirando al cielo. Me apresuré.

- Tengo que dejarte. Haz lo que te digo. Que se arregle y que salga.
- Ella está guapa con cualquier cosa.
- Límpiate la baba y lo que no es la baba cuando cuelgues, pero luego lávate las manos.
- Eres tan tonta.

Colgué para darle a la llamada de Lily.

- Lils.
- Dime, ¿quién era?
- Niall, para que fuera con él.
- Que romántico.
- Mira Lils, reúnete con Harry. Llama a las chicas. Sal de ahí. Pasa de James y de esas personas que no te merecen.
- Es fácil decirlo.
- Ya me lo dirás mañana.
- Gracias por todo.
- Gracias a ti por ser quien eres.

Apagué el teléfono mientras caminaba en silencio hacia Niall. Miré al cielo yo también. James era para mí un ejemplo de novio perfecto. Al principio era el típico chico atento que no permitía que nadie dijera nada a la chica que le gustaba, repartía sonrisas por doquier y palabras atentas en cada momento. Cuando la relación se ponía seria, obsequiaba con regalos y más palabras bonitas. Llamaba a todas horas para saber cómo estaba y si alguna vez Lils estaba enferma, iba enseguida en su 4x4 para reunirse con ella. Cuando decidieron terminar su relación, él aún seguía apoyándola siempre. Incluso viajó hasta aquí para verla. Y al final no era quién él decía ser. Un auténtico idiota. Eso sí. Engañar a una chica siempre me ha parecido algo inhumano. Al igual que las chicas a los chicos, claramente. Si quieres a alguien ¿por qué buscar en otra persona más cosas? Lo veía absurdo. No podía fiarme de nadie, y desde que Harry me había dicho lo mismo de Niall, aún más.

- ¿Sabes? Esta mañana Liam soñó con vosotras.
- ¿Conmigo?
- Sí, dijo que una de vosotras se iría de Roma pronto.
- Oh. Por Dios no…
- Le dije que si esa que te ibas eras tú, que se acostara y volviera a soñar.

martes, 12 de marzo de 2013

Capítulo 6. Parte 3.


 La noche se me pasó demasiado rápido. Después de estar bailando con Niall prácticamente cuatro horas seguidas, mis pies protestaron y no tuve otra opción que irme sola a mi habitación. Las demás estaban totalmente perdidas. Mi cuerpo pedía a gritos un descanso y una ducha, así que a las siete de la mañana no tuve otra opción que agarrarme a la cortina del baño para no caerme redonda. Una camiseta larga sirvió de pijama. Me tiré en la cama y ya no recuerdo nada más.

-

Un chillido interrumpió mi sueño. Me tapé la cabeza con la almohada y quise pensar que había sido un sueño. Pero no. Otro grito.

- ¿Se puede saber quién está matando a cuchillazos a un gato? –reconocí la voz de Devs.

¿Devs? ¿En mi habitación? Levanté la vista con los ojos casi entrecerrados y vi que las camas estaban todas juntas y alguna que otra estaba durmiendo en el suelo. Volví a dejar caer la cabeza en la almohada sin poder evitar sonreír. Así eran mis amigas. Mis hermanas. Locas como ellas solas. Jamás me había sentido desamparada si ellas ponían una sonrisa y mi hermana me daba el consejo perfecto. A decir verdad, eran como mi propia familia. Recuerdo los primeros días como fueron. En la Universidad, solo estaba con Jamia y alguna que otra vez con alguna compañera de clase, para algún trabajo y demás. Hasta que un día, Jamia no pudo asistir a clase y me senté en una mesa vacía. Dos chicas se me acercaron con una sonrisa. A una de ellas la conocía. Maddy. A la otra la había visto de pasada alguna que otra vez. Lily. A partir de ahí las tres éramos totalmente inseparables, junto con Jamia. Más adelante, Hanna se unió de improviso un día que vinieron Lily y Maddy a mi casa y ella estaba allí. El grupo se iba haciendo más grande. Hanna a su vez dijo que una chica que era nueva quería hacer nuevas amigas, y así fue como Devs terminó por unirse. Por último, Cher fue incluida gracias a Maddy. Y aquí estamos. Nunca pensamos en formar un grupo así, ni ahora todavía lo tenemos como tal. Solo que sentíamos que teníamos que estar juntas. Nosotras seis juntas sabemos que somos imparables. Una lágrima cayó por mi mejilla y yo levanté la cabeza para ver el panorama.

- ¡Buenos días! Bueno, buenos días no. Buenas tardes-noches. Algo raro.

Miré la hora. Eran las seis y media de la tarde. Hostia.

- ¡TAN TARDE ES!
- Vale Jane, nosotras también te deseamos buenas tardes.
- Lo siento, es que me ha sorprendido.
- ¿Tienes que hacer algo? ¿Tienes que estudiar? ¿Has quedado con alguien? ¿Vas a fol…
- ¡Cher!
- Lo siento, ha sido un impulso de mi mente malpensada. Es que la veo agobiada. Como si estuviera ocultando algo. No sé si me entendéis –dijo enfatizando todas las palabras, con ironía.
- No. Solamente me he sorprendido. No le busques las cinco patas al gato.
- Los gatos son bonitos –dijo Lily desde una esquina.
- Chicas… estaba pensando en cómo nos habíamos conocido.
- Jane está sensible –apuntó Maddy- ¿tienes la regla?
- Estúpida, solamente me dio por recordar.
- Me acuerdo que Lily y yo nos conocíamos de antes. Y cuando nos encontramos en tu casa fue en plan “¿qué haces aquí?”. Fue muy gracioso –dijo Hanna, bostezando.
- Pues yo a Jane no la conocía. Era indiferente para mí. Contigo no bicho –dijo con burla Devs.
- Que te peten Devonne, y que Liam no sea.
- ¡Golpe bajo! –chillaron todas mientras aplaudían.

Nos sentamos con las piernas cruzadas en las camas, y las que estaban en el suelo, Maddy y Cher, subieron a nuestro lado.

- Han sido demasiados momentos juntas.
- Yo tengo clara una cosa, si la vida son dos días, uno está reservado para irnos juntas por ahí. Solas. Perdernos por el mundo –sugirió Lily.
- Esas noches absurdas estudiando en casa de alguna mientras que Cher y Maddy se inventaban palabras sin dejar estudiar a las demás.
- Véase el caso de “sacatapish”.
- Sin sentido –apunté.
- Se queja la que envía notas de voz de diez minutos con canciones tristes para hacernos llorar.
- Palma, vuelta y taconeo –cantó Cher.

Todas empezamos a reír. No solíamos hacer esto muy a menudo. Las miré una a una y cuatro años se me pasaron en cuestión de segundos a través de imágenes. Todas éramos diferentes pero a la vez muy parecidas, y por eso estábamos tan unidas.

- Jane… ¿qué pasó anoche?

El momento bonito se acabó. Tocaba enfrentarme a aquella confesión. El beso de Harry. No sabía cómo decirlo. Miré a Devs, que me guiñó el ojo y me dijo “tranquila”. Tenía a Lily justo enfrente y eso sabía que empeoraría las cosas.

- ¿Anoche? Bueno… -respiré- en uno de los momentos que me quedé sola, Harry me tapó los ojos y me llevó hasta el ascensor más próximo. Subimos un poco y de pronto lo paró. Yo en realidad no sabía que era él hasta que logré tocarle el pelo en un intento de escapar de él.
- ¿Y? –apuraba Hanna.
- Me dijo que estaba harto de que le ignorase, que no estaba acostumbrado a los rechazos.

Vi como Lily ponía los ojos en blanco y se mordía el labio. Tocaba la peor parte.

- De pronto, y sin que yo pudiera evitarlo me besó. Aunque apenas duró unos segundos…
- ¿Qué? ¿Te besó? –exclamó la rubia.

Su mirada se tornó de sorprendida a triste y palideció al instante. Sabía que todo esto la iba a dejarla estupefacta. Ella sabía que yo suponía que ella sentía algo por Harry aunque intentara esconderlo, aunque la visita ayer de James me dejó algo confusa.

- Esto es algo serio… ¿a ti te gusta? –inquirió Maddy.
- No… solo que me siento algo incómoda con su presencia. Me intimida. Pero a la vez eso atrae.
- Como si no hubiera nadie más que él cuando lo ves… -pensó Lily en voz alta.
- ¿Qué?
- Nada… bueno… pues yo ayer con James… ya sabéis –dijo con una sonrisa triste. Tan solo imaginarme esa imagen se me revolvía el estómago, pero más aún sabiendo que seguramente Lily le habría puesto la cara de Harry al que había sido su primer amor.
- Entonces anoche hubo más que palabras.
- Sí, gemidos –apuntó Cher.
- Cher bruta.
- Calla chocho. Escucha a Lily.

Nos miramos intentando sofocar una carcajada. Más tarde tendría que hablar con Lily y explicarle.

- ¿Y tú Hanna?
- ¿Yo? Nada interesante. Cuando me dejasteis tiradas aquí con Zayn, no hicimos otra cosa que jugar al monopoly. Empezó a contarme historias de los chicos y yo alguna de vosotras. Es muy simpático –añadió sonrojándose.
- El baile de anoche no era justamente muy de jugar al monopoly… -insinué.
- Bueno, eso es aparte. No me acuerdo mucho, pero la canción lo pedía. Y él baila genial.
- ¿Cher?
- Sí Cher cuéntanos. ¿Qué hiciste después de que Louis te raptara?
- Fuimos al paseo a dar una vuelta… y bueno. No estaba en condiciones de decir algo con sentido, así que la mayoría de las veces fueron tonterías, pero me reí muchísimo y me abrazó más de lo debido. Fue un momento bonito. Nos dejamos dormir en una de las hamacas y Niall nos despertó. Y aquí estamos…
- ¿Devs?
- Mi noche se resume en bailar con Liam, beber con Liam, perder la cabeza por Liam…
- Vamos, lo vuestro ya es algo que se ve venir. Os doy unas semanas para conoceros más y al saco.
- La verdad es que no lo sé… Liam es un chico tradicional. Yo también. Él lo acaba de dejar con una chica y no quiere empezar nada serio por ahora, pero sé que me gusta. Y no voy a dejar que esté mal…
- Oh, que considerada…
- Cállate, ¿y tú Maddy?
- Nada nuevo. Bailé con Lily, Zayn, Niall y James y alguna que otra vez con Jane cuando aparecía. Luego se volvía a ir en plan aparición estelar.
- Entonces ha sido una noche tranquilita en lo que cabe.
- Es la segunda noche, todavía queda mucho verano por delante –añadió Lily cambiando su sonrisa.

Y así, nos dieron las nueve. La hora de bajar a cenar se acercaba, así que recogimos un poco y cada una se marchó a su habitación para vestirse. Jamia no había llamado. Ni siquiera se había dignado a venir. Me vestí con lo primero que encontré y fui a la habitación de Gerard.

- Eh, ¿dónde te crees que vas sin tan siquiera darme un beso de buenas noches?

sábado, 9 de marzo de 2013

Capítulo 6. Parte 2.


- ¿Has hablado con Harry? ¿De qué? –pregunté quitándole importancia.
- De lo guapa que estás esta noche.
- No creo que sea un buen tema de conversación. Mejor bajemos.
- ¿Quedamos mañana por la mañana?
- Si no hago nada con las chicas… claro.
- Después de desayunar.
- Vale… genial.

Algo me pesaba en la conciencia. No podía seguir con esto dentro. Bajé con Niall de nuevo a la sala de fiestas y la imagen que me encontré fue de nuevo algo extraña. Habían cambiado la música de Grease para pasar al reggaetón y Hanna había vuelto a las andadas con Zayn. Mi amiga estaba con un vaso en una mano mientras que con la otra agarraba el cuello del moreno, atrayéndola hacia su propio cuerpo. Su cara estaba acalorada, sudorosa y con todo el maquillaje fuera de su sitio. Zayn tenía varias marcas de labios en su mejilla y el pelo alborotado. Arriba, abajo. La mano de Zayn se movía con ritmo en la cadera de Hanna. Me acerqué a ellos al finalizar la canción y cogí a mi amiga del brazo.

- ¿Qué estás haciendo?
- Bailando.
- Casi te hace un hijo delante de todos.
- Premio exagerada del año a Jane Watson.
- Bueno Hanna… ten cuidado con Zayn.
- No estamos haciendo nada malo, todas estamos bailando con todos y esta canción nos ha tocado a nosotros dos.
- ¿Con Maddy también ha bailado?
- Y con Devs, y con Lily, que ha aparecido de repente sofocada y con una encima importante.
- ¿Cher sigue sin aparecer? –pregunté burlona.
- Sigue con Lou… jugando al parchís.
- Sí, a la Oca.

Ambas estallamos en sonoras carcajadas y Zayn llegó dándole un beso en el cuello.

- Enana, he pedido “We Found Love” que sé que te gusta Rihanna.
- Ya voy Sixfour, no me estreses.
- Me encantan las rebeldes.
- Zayn, no creo que te guste bailar con un dolor en la entrepierna –dije con disimulo.
- Bueno… voy a… te espero en la barra.

Hanna me miró confusa y yo sonreí. Le susurré un “ten cuidado” y me alejé de ella. Me fui adentrando más y más a la sala y divisé a Harry observando a la gente. Lily estaba en el medio, bailando con Maddy al mismo estilo de Hanna y Zayn. Liam y Devs seguían en la misma posición que antes. Hasta Devonne se había soltado el pelo esta noche. Fue entonces cuando un chico que me sonaba se puso detrás de Lily dándole un beso en la nuca. Alto, rubio y con tatuajes abundantes en los brazos. Aquel que le había entregado aquella pulsera. ¿Qué hacía aquí?

- ¡James! –escuché gritar a Lily, que se abalanzaba sobre él dándole un apasionado beso.

Maddy se apartó de ellos riéndose y poniéndose a mi lado. James se acercó a nosotras y nos dio un abrazo.

- ¿Qué haces aquí?
- La hermana de Lily me avisó donde estabais. Necesitaba verla.
- Oh James –dijo ésta besándole la mejilla.
- Disfrutad de la noche… que todavía queda mucho por delante.

Le di un codazo a Maddy y estábamos a punto de irnos cuando escuchamos una voz conocida refiriéndose a James.

- Así que la rubia tiene novio.
- No es mi novio –apuntó Lily.
- No te importa lo que seamos. Lárgate –añadió James con un aire chulesco.

James era de aspecto serio y fuerte. Además, Harry no estaba en condiciones de pelearse con nadie ahora. Tenía varias copas encima y acabaría en el suelo enseguida.

- Cuídala. A todos se nos pueden ir los ojos en alguien como ella.
- Procura que no, si no quieres que tus rizos terminen llenos de sangre.
- James, James, relájate –suavizó Lily.

Harry le sonrió y negó con la cabeza mientras se iba hacia el otro lado de la sala. Bajé la cabeza para no mantener ningún tipo de contacto visual. Estúpido egocéntrico.

-

- ¡Eh Jane!

Jamia.

- ¿Qué ocurre?
- Hoy duermo con Gerard.
- ¿Qué? ¿Qué me he perdido?
- Su compañero de cuarto está fuera y me ha dicho que no quiere dormir solo. No va a pasar nada.
- ¿Confías en él?
- Si veo que intenta algo, te llamo. Prometido.
- Jamia no sé yo…
- Sé cuidarme sola.
- Pero me da miedo. No puedo concebirme la idea de que te hagan daño.
- No seas así, no me va a ocurrir nada.
- No cedas a nada que no quieras. Sé tú misma siempre.
- Como si no me conocieras.
- Buenas noches hermanita.
- Te quiero, alma gemela –dijo por último dándome un beso en la frente.

- Y ahora tú y yo. Es nuestro turno –apuntó una voz conocida en mi oído.

Capítulo 6. Parte 1.


La fiesta transcurrió sin problemas. Al final, Hanna y Zayn no habían ido en pareja dado que el moreno se dedicó, como bien lo confirmó Maddy, a coquetear con ella. Eso sí, sin que ellas se dieran cuenta por supuesto. Parecía una película en la que el marido le está siendo infiel a la mujer y coincide con ambas en algún lugar. La dejaba a una en la barra con la excusa de que tenía que ir al baño y se reunía con la otra. Me acerqué a él en cuanto vi que iba a atacar a Hanna y lo empujé hacia una de las salas vacías.

- Zayn, te he pillado.

Me miró con gesto inocente y una sonrisa infantil mientras levantaba los hombros.

- No sé de qué me estás hablando.
- No te hagas el idiota. No voy a permitir que juegues con mis amigas así como así. ¿Cuál era el fin de quedarte hoy con Hanna? ¿Ver que tiene dignidad y no se deja llevar por alguien como tú? ¿Y por eso vas ahora a por Maddy? No Zayn, las cosas no son así. Maddy lo ha pasado mal estos años como para que vengas tú a ponerle la guinda al pastel, si no tienes corazón me la resbala, pero creo que quedarte tampoco sin descendencia te hará mucha gracia.

Su gesto a medida que iba hablando había ido cambiando. Ahora el miedo salpicaba su rostro.

- Ellas no son un simple polvo ¿me estás escuchando?

Hice ademán de irme pero él me agarró la mano.

- Jane, lo siento. Escúchame antes de que te hagas una idea equivocada.
- No quiero que me cuentes historias que seguramente no van a tener ningún sentido.
- Lo tienen, por lo menos para mí, que soy el que las siente.

Volví a reconsiderar darle otra oportunidad. No me gustaba ver a la gente alicaída y Zayn conservaba los rasgos de estar aún enfermo. Me senté en uno de los sillones y esperé a que empezara a hablar.

- Verás… terminé hace tiempo una relación de cuatro años. Sí, desde que empecé la Universidad. Y bueno… no me sentó del todo bien. Al llegar aquí y ver que Hanna se me enfrentó de esa manera me recordó muchísimo los toques rebeldes que tenía mi ex. Su carácter era muy parecido al mío. Fiestera, traviesa… y vi reflejado en Hanna todo eso. Pero a la vez, Maddy me atrae por su timidez. Es todo lo contrario a mí, los polos opuestos se atraen… y es que no puedo decidirme. No le estoy haciendo daño a ninguna. Cuando hoy me quedé con Hanna juro que no hicimos otra cosa que jugar al monopoly encerrados en mi habitación y que ella me contara alguna que otra historia de vosotras. No he podido olvidar a la que yo consideraba la chica de mis sueños… y en ella la veo otra vez.
- Zayn, pero es como si estuvieras utilizando a Hanna solamente como una suplantación. Y ella no es como tu ex, Hanna es única e inimitable en este mundo. Su dulzura mezclada con exaltación y rebeldía solo la tiene ella, en su justa medida, te aseguro que tu ex no es tan buena amiga como ella que aguanta hasta las tantas hasta que alguna llegue de alguna cita para que le cuente como ha ido. Pongo la mano en el fuego por eso. En cuando a Maddy, entiendo que te guste, es una chica increíble y por ello no quiero que le hagas daño. Así que o eliges una o retírate. Seguro que hay más chicos por ahí que las merecen más que tú.

Me levanté sin ni siquiera dejar que se defendiera. No sabía si había sido muy dura o no, pero me sentí obligada a defenderlas. No era justo que jugara con ellas de esa manera. Me dirigí de nuevo hacia donde estaban todos hasta que alguien me tapó los ojos desde atrás. Sentí un tacto conocido en mi mejilla. Pelo. Descarté que fueran una de mis amigas porque notaría el volante de la falda, así que chicos con pelo largo que conociera no conocía demasiados, aunque mi cerebro creía conocer la respuesta. Noté como me alejaba del barullo de la gente y me metía en el ascensor.

- ¿Quién eres?

No obtuve respuesta alguna. Solo noté como me acorralaba contra la pared y todo se paraba en seco. Intenté zafarme, pero era imposible, era más fuerte que yo. Sentía el corazón de aquel que me tenía forcejeando como una idiota taladrándome la espalda. Levanté las manos hacia su cabeza y lo noté. No podía ser él. Una risa ronca salió de sus labios, como una especie de gemido al notar que yo agarraba en un puño unos cuantos rizos, haciendo que lo soltara enseguida al sentirme un tanto incómoda. No sabía cómo actuar o que hacer.

- ¿Qué quieres tú otra vez?
- Has vuelto a ignorarme.
- No seas tan infantil Harry, te lo pido por favor. No te he ignorado ¡apenas he tenido tiempo!
- ¿Por qué Niall tiene tu teléfono?
- Nos lo dimos ayer. Él me lo pidió como una persona civilizada.

Apretó los puños contra su costado y miró hacia el suelo con el ceño fruncido. Seguidamente, me apretó ambos brazos pegándome a la pared.

- Jane no te fíes de Niall.
- ¿Por qué?
- Hazme caso.
- Eres un traidor. Es tu mejor amigo ¿cómo puedes decir algo así de él?

Su agarre se intensificó y me acorraló más a aquel mármol frío.

- Suéltame, me estás haciendo daño.
- Niall no es una buena influencia.

Miré hacia sus brazos con gesto evidente.

- ¿Y tú sí?

Se suavizó.

- Sé que no soy quién para decirte nada. Pero hazme caso. Lo conozco. ¿Ya te ha llevado a ver las estrellas?

Había dado en el clavo.

- ¿Y qué?
- Es la segunda fase. Ignorante. Hace eso con todas. Primero te odia y luego te quiere al día siguiente. ¿Curioso verdad?
- Rizos, suéltame.

El hecho de que lo llamara rizos hizo que su gesto se tornara a divertido, acercándose peligrosamente a mí.

- ¿Y tú sí eres trigo limpio? No me hagas reír. Sois todos iguales.
- Te equivocas.

Y diciendo esto, ladeó lentamente la cabeza y se aproximó hacia mí. Notaba sus labios rozando los míos cuando reía y decía mi nombre a cámara lenta. Su aliento era una mezcla de coca-cola con un poco de vodka. El vodka especial de la residencia. Fresa. Una mezcla explosiva. Su perfume también se entremezclaba. Se humedeció sus labios haciendo que su lengua rozara los míos también. Era pura provocación y yo no quería ni podía salir. Finalmente, rompió los pocos milímetros que nos separaban y nuestros labios terminaron por conectar. Se acomodaron rápidamente, con suavidad y lentitud. Sus brazos terminaron su agarre y uno de ellos pasó a estar detrás de mi espalda y otro en mi nuca, atrayéndome hacia él y siguiendo sus movimientos. Y fue entonces cuando la imagen de Lily me atravesó el estómago como un cuchillo. No podía hacerle esto.

- Harry no puedo hacer esto. Suéltame, baja y olvidemos que esto ha pasado.
- ¿Por qué?
- ¡Bájame ya! –supliqué con lágrimas en los ojos. Había arruinado la noche.

Le dio al botón asustado y confuso por mi reacción. Cuando llegamos al primer piso, salí corriendo en dirección al baño. Sabía que Lily no iba a mostrarse dolida, pero que en su interior se sentiría traicionada. Tenía que hablar con alguien. Cogí mi móvil y mandé un mensaje a Devs. No tardó ni cinco minutos en aparecer.

- Devonne, necesito ayuda…
- Has estado llorando ¿qué te ha pasado? ¿estás bien?
- Me he besado con Harry.

Al contrario de lo que yo pensaba, no me riñó, ni cambió su semblante preocupado a uno más serio. No. Empezó a aplaudir y a dar vueltas como loca.

- ¿Por eso lloras? ¿Por qué no gritas? Harry es un chico muy guapo. Y es solo un beso ¿o ha pasado algo más?
- Claro que no. Pero… -dudé si contarle mi teoría sobre Lily- no sé si pasó lo correcto.
- ¿Lo dices por Lily?

Pillada. Asentí con vergüenza.

- Lily es mayorcita. Madura.
- Pero le he fallado.
- No. Escúchame, no digas bobadas. No le has fallado. Esta noche es una de tus preferidas. ¿Dónde has visto que hay fiestas temáticas de Grease? Solo aquí. Así que sal. Vamos. Límpiate esas lágrimas y ya mañana verás las cosas con mayor claridad.
- Pero no quiero ver a Harry…
- Te ayudaré a deshacerte de él si veo que se pone muy pesado.
- Gracias Devs.
- Para eso estamos fea.
- Bicho.
- Llama.
- Ahí te has pasado tía.

Las risas con Devs eran la mejor parte de este tipo de confesiones. Siempre lograba hacernos reír en cualquier momento. Decidí hacerle caso e intentar olvidarme de esto. No conseguía nada dándole vueltas.

-

- ¡Eh Cher! ¡Pásame la botella! –escuché decirle a Louis a Cher sensualmente.
- Louis, déjalo ya anda –dijo riendo.
- Quiero decirles a todos que tengo la amiga más guapa de todas. Que solo han pasado dos días, pero que la quiero. Quiero estar con ella. Quiero besarla. Quiero…
- ¡Louis, bájate! No sabes lo que dices.
- ¡Es cierto Cher! Te quiero, ¡y quiero estar contigo! ¡Es mía! ¡Que lo sepan!

Noté como a Cher se le iluminaban las mejillas y como Louis daba un trago a un vaso de color caramelo oscuro. Ron.

- Louis deberías dejarlo ya –dijo Niall con una sonrisa- la pobre Cher va a tener que esconderse bajo tierra.
- ¿Te avergüenzas de mis sentimientos? ¡Me siento dolido! –dijo con un gesto dramático y tartamudeando por la notable borrachera.
- Vamos Louis… -insistió ahora Liam.

A decir verdad no había rastro de Harry por ninguna parte. Y eso me relajaba un poco. Cher estaba un poco acalorada por el pequeño espectáculo que estaba montando Louis en ese momento, así que le susurró algo en el oído y ambos, tomados de la mano, se alejaron de la barra, hacia la otra parte de la piscina. Por otra parte, cuando la canción a Summer Nights, las chicas nos separamos de los chicos y comenzamos a hacer una especie de parodia. Todo marchaba sobre ruedas y la diversión estaba haciéndome olvidar todo lo ocurrido. El reloj marcaba las tres y media de la madrugada. A decir verdad, mis pies no daban para más y decidí sentarme en alguna de las hamacas al lado de Maddy.

- ¿Todo bien?
- Zayn ha estado conmigo al principio durante un buen rato –dijo con una sonrisa.
- Maddy… no quiero que te ilusiones mucho con él…
- No. No lo haré. Solo quiero vivir el momento. Solo llevamos dos días aquí.
- Por eso te lo digo. Es mejor que nos mantengamos juntas y no nos dejemos llevar por nadie por ahora.

Me sentía culpable. En realidad tenía ganas de reunirme con ellas al día siguiente y despejarme para poder contarles todo. Vi como por el rabillo del ojo Jamia jugueteaba con el pelo de Gerard mientras este le daba besitos en la mejilla, cerca de la comisura de los labios. Alcancé a ver como ella le decía unos “quieto” o “ay Gerard” mientras cerraba los ojos, dejándose llevar. Maddy me dio un codazo haciendo que cambiara de panorama de Jamia hacia Devs, que bailaba muy pegado a Liam. Vinieron a sentarnos cerca y Devs se sentó en la rodilla de Liam.

- ¿No venís a bailar?
- En cuanto vea a alguien disponible lo haré –sonreí.
- Niall antes te estaba buscando –confesó Liam con una sonrisa.
- ¿Dónde está?
- En la parte de arriba.

Me levanté decidida. Tenía que hacer algo.

-

- ¿Qué estás haciendo aquí?

Me di la vuelta y vi que Niall entraba a mi habitación con sigilo. Había dejado la puerta abierta para salir después de coger unos zapatos más cómodos.

- Cambiándome.
- He hablado con Harry.

Se me paró el corazón. No sabía cómo iba a reaccionar, pero tenía un gesto confuso. Oscuro. Enfadado.

jueves, 7 de marzo de 2013

Capítulo 5.


Salí de la ducha por segunda vez en el día después de pasar toda la mañana echada en el césped hablando con Niall. El almuerzo transcurrió sin ningún incidente exceptuando a Harry, el cual no paró de molestar a Lily. Me llamó la atención su manera de mirarla… a ella y a mí. Al principio, parecía que solo tenía ojos para ella, pero una de las veces que me levanté para ir al servicio, me siguió hasta el baño cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Por qué me evitas?
- No te estoy evitando.
- No mantienes contacto visual conmigo y parece que te molesto. ¿He dicho algo que te haya molestado?
- No es nada rizos, no me he percatado de eso –mentí. Estaba claro que Harry había notado como lo ignoraba continuamente. Me callaba cada vez que hablaba o intentaba quitar la mirada cuando veía que dirigía su vista hacia mí. Noté como se ponía igual de cerca que Niall el día anterior y me susurraba al oído:
- Procura la próxima vez no ignorarme. O verás las consecuencias.
- No me das miedo, rizos. Las amenazas conmigo no sirven, y menos con esto. En el caso de que no quisiera hablarte, ¿cuál es el problema?
- Odio que me rechacen.
- Pues acostúmbrate –dije antes de dar un portazo.

Luego, al regresar a la mesa, hizo como si nada hubiera pasado.

Salí de la ducha recordando esos momentos y pensando en cómo decirle a Lily lo que pasaba con Harry. No podría permitirme perder su amistad por esto. La vi sentada en la cama, con las piernas cruzadas y leyendo Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.

- ¿Otra vez me has robado el libro?
- Te recuerdo que los compramos a medias.
- Pero lo cargué yo, lo leo yo.
- Avada kedavra.
- Soy la Harry Potter de mi generación.
- Pues yo te había confundido con Dobby, mira tú por dónde.

La fulminé con la mirada y no pudimos evitar reírnos como locas durante varios minutos. Cuando ella se metió en el bañó, pasé a vestirme. Habíamos quedado todas para ir a dar una vuelta por Roma, un par de compras no nos vendrían nada mal. Una blusa blanca y una falda informal. No quería complicarme más. La puerta interrumpió mi momento de entrar al baño a peinarme.

Zayn.

- La habitación de Hanna está dos puertas más allá.
- No vengo a hablar con la enana, sino contigo.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Vais a salir hoy?
- Sí… ¿por?
- Convence a Hanna para que se quede aquí. Por favor.

Me miró con gesto suplicante. Tenía los ojos llorosos y la voz algo tomada.

- ¿Para qué quieres que se quede?
- ¿No ves como estoy? Necesito que alguien me cuide.
- Hanna va a salir de compras con nosotras Zayn, no voy a obligarla a quedarse contigo como si fueras un niño.
- Jane… por favor.

Lo miré dubitativa. En realidad no se me ocurría ninguna excusa para que Hanna se quedara. La imagen de Maddy también se me vino a la cabeza.

- Díselo tú.
- Tiene que ser sorpresa. Por favor. Dile que la esperáis en el salón central en media hora. Vosotras os marcháis y yo me quedo con ella. Hay más días para salir –me tomó de la mano con fuerza- Por favor.
- Está bien. Me debes una Zayn.
- ¡Mil si hace falta!

Cerró la puerta eufórico y justo Lily salió ya vestida, peinada y maquillada.

- He escuchado la voz de un chico ¿quién era?
- Harry. Ha venido para echarte un polvo, pero al ver que no estabas, se ha marchado.
- Estúpida.
- Vámonos anda.

El ambiente en Roma era mágico. Llamé a Hanna antes de salir de la residencia para decirle el lugar de la encerrona. Han pasado dos horas y no ha vuelto a llamar. Estará ocupada. Las chicas no insistieron cuando les conté la historia, excepto Maddy que se veía un poco apagada. Habíamos pasado por varias tiendas cercanas y decidimos parar en Gelateria Gatto Di Silvia Gatto, en la Vía Luigi Capuana.
- Amo Roma –dijo Jamia aspirando el fresco aroma de los helados.
- Me quiero quedar a vivir aquí –añadió Devs mirando al cielo.
- Claro, con Liam ¿verdad?
- ¡Cállate! Él y yo solo somos amigos. Además, acaba de salir de una relación y no quiere empezar nada con nadie.
- A decir verdad, es un cielo. Tiene pinta de ser un buenazo.
- Lo es –corroboró Devs- he hablado bastante con él entre ayer y hoy y se ha volcado mucho conmigo. Se parece mucho a mí en realidad.
- ¿Vas a ir con él a la fiesta de esta noche? –inquirió Cher.
- ¿Cuál? ¿La de los años 50?
- ¿Hay una fiesta de los años 50? –exclamé emocionada.
- Os dije que se iba a emocionar por Grease –apuntó mi hermana.
- ¿Vais a ir? –preguntó de nuevo Cher escudriñando la reacción de Devs.
- Puede que lo mencionara…
- ¡Ahí estamos Devonne! ¡Marcando territorio! –se burló Lily.
- Yo no sabía nada –interrumpió Maddy- Dudo que vaya…
- No seas boba Mads.
- Maddy, vas a venir con nosotras –dije mientras le guiñaba un ojo.

Nos tomamos los helados con tranquilidad hablando de la fiesta de esa noche. Por ahora solamente Cher y Louis y Liam y Devs parecían que iban en parejas, aunque pensándolo bien, si Zayn había pasado la tarde con Hanna ya le habría dicho de ir al baile. Habíamos quedado en ir vestidas haciendo homenaje a Grease. Así que empezamos a ir por aquellas amplias avenidas buscando algún vestido que se le pareciese. La tarde transcurrió tranquila y repleta de risas. Agotamiento absoluto.

Terminé de vestirme tal y como lo habría hecho Olivia Newton-John y Jamia terminó de peinarme.

- ¿Algo interesante con Gerard?
- Uhm, algo.
- Suéltalo.
- Me quiere llevar el próximo viernes a una función de teatro.
- Odias el teatro.
- Da igual, pero voy con él, como si me lleva a un concierto de Pitbull.
- Amén, eso sí que es amor ¿eh?
- No es que sea amor, es lo cómoda que me siento a su lado…
- Jamia, la baba para el pelo no es un buen tratamiento.
- Te lo voy a quemar aposta como sigas así.
- Ahora en serio. ¿El viernes? Para eso quedan unos cuantos días. ¿Lo has pensado bien?
- No hay nada que pensar.
- Se te ve bastante decidida –sonreí- Parece un gran chico, tengo que conocerlo mejor.
- Baja con nosotros mañana a desayunar.
- Genial –ensanché mi sonrisa y ella me dio un beso en el pelo.

Seguimos con nuestra charla de hermanas hasta que la puerta volvió a sonar. Jamia dejó la plancha encima del mueble y yo me puse a retocarme un poco… hasta que escuché su voz.

- Jane, te buscan –dijo mi hermana sonriendo descaradamente.
- Habíamos quedado hoy.

Y ahí estaba él. Con una camiseta negra y un pantalón negro ajustado. Unos converse negros y una beisbolera blanca con una N en rojo. Una réplica de John Travolta con pelo rubio y ojos azules estaba plantado frente a mí. Y yo había olvidado por completo que había quedado con él.

- Dios… lo había olvidado.
- Yo me voy, estaré abajo Sandy –dijo Jamia riéndose mientras salía. Sandy era la protagonista de Grease.

Niall me miraba de arriba abajo mientras se humedecía los labios y se pasaba la mano por el pelo. Su cara era de un tono pálido, no mucho, sino neutro, no sé cómo explicarlo. Tenía pinta de ser la típica piel tersa y perfecta por la que miles de mujeres matarían. El pelo rubio brillante, mejor peinado que por la mañana y esa ropa negra que le quedaba rematadamente bien me quitaban el aliento. No sabía cómo excusarme.

- Me he despistado.
- Bueno, vendrás conmigo a la fiesta al menos.
- Está bien, pero no quiero venirme tarde.
- Sh –dijo cogiéndome de la mano y atrayéndome hacia él- Primero quiero enseñarte algo.

Miré al cielo. Miles de estrellas salpicaban aquel manto azul. La luna empezaba a vaciarse. Unas vistas de Roma a lo lejos, luces, torres, parecía una foto de revista. Miré hacia abajo y me encontré la piscina cerrada, los puestos preparándose para la fiesta que se venía encima y el reflejo de la luna en aquella agua cristalina. No me atreví a mirarlo a él. No por el momento.

- Cuando siento que no puedo más vengo aquí a relajarme. Extiendo mi chaqueta, me acuesto y muchas veces me dejo dormir. Harry ha tenido que despertarme varias veces.
- Normal. Es precioso. Es inmenso –sonreí sin dejar de mirar el paisaje.
- Sinceramente, hay cosas mejores.
- ¿Cómo cual?
- Ya te las diré más adelante.
- ¿Por qué estás aquí?
- Por lo mismo que tú. He estado dedicando mi vida en cuerpo y alma a trabajar para sacar adelante a mi familia y poderme permitir este viaje con mis amigos. Mi padre nos abandonó cuando era muy pequeño. Fui creciendo siendo el hombre de la casa y mi madre no podía con todo. Enfermó cuando tenía 15 años y tuve que hacerme cargo yo solo de todo. En realidad, gracias a ellos cuatro estoy aquí. Me han ayudado siempre y… -noté como se le quebraba la voz y como aguantaba la compostura.
- Rubio, rubio para. No me cuentes más. Por lo menos por ahora, dejemos que todo fluya. Esta noche está para pasárselo bien… aunque sí quiero saber algo. ¿Tu madre está bien?
- Sí, ella mejoró con el tiempo… pero tengo que ir cada cierto tiempo a verla, por si acaso.
- Entiendo… bueno, es lo importante por ahora. Deberíamos bajar.
- Gracias por escucharme.
- No ha sido nada… de verdad.

Me miró con una sonrisa traviesa antes de darme un beso en la mejilla y juguetear con mi pelo.

Al llegar abajo, Niall encendió el equipo de música, conectó el iPod y la banda sonora de mi película favorita inundó el recinto.

- ¡GREASED LIGHTNING!

miércoles, 6 de marzo de 2013

Capítulo 4.


Unos rayitos de sol interrumpieron mi sueño. La habitación de la residencia a la luz natural era mucho más bonita y vistosa. Las paredes color salmón, decoradas con cuadros de diversas partes del mundo, te transportaban a donde quisieras. Una tele de un tamaño considerable descansaba encima de un mueble blanco, al igual que las mesitas de noche  y el armario que había a cada lado de las camas. Una colcha de flores tapaba mi cuerpo desnudo, tan solo cubierto por una camiseta holgada blanca de la empresa de mi padre. Miré a través de la ventana para ver unas preciosas vistas de Roma. En la cama de al lado la cabeza de Jamia colgaba por un lado de ésta y tenía una pierna por fuera de la sábana color azul. Un suave ronquido salía de su pequeña boca y yo sofoqué una risita. A la izquierda, el pelo rubio de Lily se veía por encima de la colcha violeta. Me levanté con sigilo y me dirigí al baño, evitando las prendas de ropa desperdigadas por el suelo. Mi aspecto al mirarme al espejo fue decepcionante. El pelo castaño, tirando a pelirrojo parecía un nido de pájaros y al no haberme quitado el maquillaje la noche anterior, parecía recién salida de un entierro. Una ducha no vendría nada mal, así que antes de que las otras dos me echaran a patadas de allí, decidí meterme en la bonita bañera del mismo color de las paredes.

- ¿Jane? –escuché a alguien tocar la puerta a través de aquella cortina.
- Sí Jamia.
- Cierro la puerta, necesito contarte algo.
- ¿Pasó algo con Gerard anoche?
- No… pero es que es sobre eso sobre lo que quiero hablarte. Por cierto, luego te tengo que coger prestada una camiseta azul preciosa.
- No. Que tú tienes más pecho que yo y se alarga.
- ¡No seas mentirosa! Yo siempre te presto todo.
- Y me queda como un saco, pero en fin, luego hablaremos de eso. ¿Qué paso anoche?
- Resulta que a Gerard lo conocía de antes. Por un chat universitario. No pensé que lo fuera a encontrar justamente la primera noche que viajara a Roma, pero he de decir que fue él el que me reconoció. Me conoce bastante, casi siempre me desahogo con él cuando hay problemas en casa y me siento muy cómoda hablando con él. No intentó nada conmigo tampoco. Cuando me fui, fuimos por todas las salas viendo un poco las fiestas y al reunirme con las chicas y ver que no estabas me acompañó hasta aquí.
- Vale. ¿Y cuál es el problema?
- Que es el primer día y siento que me estoy emocionando mucho.
- Tú misma me acabas de decir que llevas hablando con él mucho tiempo, aunque lo que no entiendo es por qué no me has contado eso.
- No le daba mucha importancia, jamás me llegué a fijar en él mientras hablábamos ni mucho menos. Era un amigo normal, como Frank, o Mikey o Ray…
- Bueno Jamia, las cosas se irán viendo, no tienes nada de qué preocuparte. Yo salgo ya, ¿vas a ducharte? –pregunté mientras salía con la toalla enrollada en el cuerpo.
- Sí, necesito despejarme.
- Anda cabecita loca. Iré a desayunar. Te veo luego

Salí del baño y Lily seguía durmiendo. Habría llegado tarde anoche. Abrí el armario y escogí un vestido con cuello vaquero y unas sandalias. De paso, le dejé la blusa que Jamia me había pedido encima de su cama, cerré el armario y salí sin hacer ruido, mientras me hacía una coleta improvisada. Pasé por delante de aquel armario donde había visto de cerca sus ojos y noté como las mejillas se me acaloraban. Por muy increíble que pareciera, los pasillos y la sala de fiestas de la noche anterior estaban impecablemente limpios. La cocina estaba casi vacía. Aquí al parecer no se madrugaba mucho. Me coloqué en la fila para ponerme un poco de leche y alguien tapó mis ojos.

- Buenos días –exclamó una voz conocida.
- Anda Maddy, que raro despierta tan temprano.
- Es culpa de Cher. Ya sabes, siempre con su afán por tomar la mañana.
- ¿Dónde está?
- Allí sentada –señaló a una mesa donde el chico de camiseta a rayas, Louis creo que se llamaba, y Cher hablaban con ánimo.
- ¿Qué hace con él? –apunté con una sonrisa pícara.
- Pasó a buscarla esta mañana para pedirle perdón por haberla dejado tan mal ayer.
- Pero no fue culpa de él, sino del estúpido de su amigo.
- Aún así, quiso pedirle disculpas. Devs y Hanna están ahí delante.

Señaló a mis dos amigas, que llevaban una taza de leche y un sobre de cola-cao, con cara de sueño y sonriendo. Se sentaron con Cher y Louis y seguidamente, el chico moreno de camisa de cuadros se puso detrás de la silla de Hanna, haciendo que esta se sobresaltara. Reí por lo bajo y esperé a que llegara mi turno de tomar el desayuno. Perdí de vista la mesa y a Maddy cuando cogió un par de tostadas. Estaba tomando un vaso cuando de nuevo alguien me tapó los ojos.

- Maddy déjame desayunar.
- No soy Maddy.

Me giré rápidamente para ver como el chico rubio me sonreía con fervor.

- ¿Se te ha pasado el dolor? –reí de manera burlona.
- Apenas lo siento.
- Me alegro.

Cogí de nuevo el vaso y me dirigí a la mesa donde estaban todos, sentándome al lado de Lily, que también estaba allí.

- Buenos días, fea durmiente.
- Que chispa tienes Jane, la misma que una llama.

Maddy estalló en risas haciendo que la cocina al completo nos mirara, ahora sí con más gente.  Hanna miraba con un odio mezclado con ternura hacia el moreno. Ya que estaba a su lado, le di una pequeña patada suave en el tobillo.

- ¡Zayn! Antes tenía gracia, ahora deja de darme pataditas.

Zayn la miró confuso y todos empezaron a soltar las típicas burlas.

- Yo no he sido enana.
- Lo siento mucho Hanna, fui yo –dije intentando aguantar una carcajada.

El desayuno transcurrió entre risas. Se unió Liam más tarde dándole un beso a Devs en la mejilla.

- Me he perdido. Esto es nuevo. Me ahogo –dijo Lily aplaudiendo.
- ¿Quieres que te rescate? –susurró Harry, que no sabíamos de donde había salido.
- Prefiero que me aplaste un pulpo.
- Eres tan sensible.
- Acostúmbrate rizos –añadí quitándole importancia.
- Que me llames así me pone mucho.

No pude evitar poner una mueca de sorpresa. Vi por el rabillo del ojo como mostraba sus hoyuelos con cierto toque infantil.

- Yo me voy –anuncié poniéndome en pie.
- Espera Jane… voy contigo.

Maddy se levantó y se colocó a mi lado, cabizbaja. Salimos al patio central, donde todos se bañaban y tomaban el desayuno al aire libre. Nos sentamos en el césped y ella se recostó con la cabeza en mis piernas.

- Jane estoy confusa.
- ¿Qué ocurre?
- Es por culpa del moreno ese.
- ¿Zayn?
- Ese.
- ¿Qué ocurre?
- Anoche, cuando regresó de jugar con Hanna al “pilla pilla” –dijo eso con un tono despectivo- se puso a mi lado y comenzó a hablarme…
- ¿Y?
- Bueno, hablaba conmigo como si nos conociéramos de siempre. No sé… me daba codazos de coña todo el tiempo, coqueteaba conmigo…
- ¿No lo estás exagerando un poco?
- Sé cuando alguien intenta ligar conmigo Jane.
- Bueno Maddy… no sé qué decirte en este caso. Puede que estuviera borracho… si ves que vuelve a hacerlo a la vez que lo hace con Hanna, habla con ella. No dejes que un chico estropee la amistad que tenéis.
- Gracias… iré a recoger arriba un poco. ¿Nos vamos a la tarde de compras por Roma?
- Dalo por hecho.

Vi a Maddy marchar y yo aproveché para quedarme a mirar el panorama.

- ¿Tan solita tú por aquí? Siempre estás apartada del grupo.
- Deja de acosarme.
- ¿Por qué eres tan arisca?
- No soy arisca, solo que no me caes bien.
- Anoche me lo demostraste.

No pude evitar reírme ante aquel comentario.

- ¡Te has reído!
- Es que recuerdo como caíste tan débil después de ladear la cabeza pensando que te iba a besar y me duele el estómago de las carcajadas.
- Eres muy graciosa.
- Gracias.

Se puso de cuclillas frente a mí y abrió mis piernas para acercarse.

- Tienes unos ojos preciosos.
- Son marrones, del montón.
- Preciosos.
- Déjalo. Anda no vas a hacer que cambie de opinión porque tú me digas un piropo.
- Jane, solo intento ser amable contigo.

Lo miré de nuevo a aquellos, con miedo a quedarme paralizada y que el notara que me encantaban. Por primera vez parecía sincero y sin gestos de burla.

- Vale. Gracias por el cumplido.

Sonrió ante mi comentario y se sentó a mi lado, dejando que me relajara un poco.

- Hemos empezado con mal pie, y ha sido culpa mía. Te dije que no te metieras donde no te llamaban y yo estaba haciendo justo eso.
- ¿Quién te hizo llegar a esa sabia conclusión?
- Liam.
- Chico listo.
- Es que llego a ser muy protector con la gente que me importa… Nunca tuve hermanos y ahora los tengo a ellos cuatro.
- Pero el de rizos se estaba metiendo con mi amiga.
- Lo sé. Por eso… empecemos de nuevo. ¿Lo prefieres?

Dudé durante un minuto observándolo con detenimiento. Llevaba unos pantalones vaqueros y una camiseta blanca de tirantes. El pelo rubio característico hacia arriba y unas ojeras considerables. No tenía nada que perder diciéndole que sí, había sido sincero conmigo y me había pedido perdón.

- Está bien –dije al fin.
- ¿Salimos esta tarde para celebrarlo?
- Voy a salir con las chicas a ver un poco todo esto… ¿mejor esta noche?
- Mucho mejor.

Me sonrió a la vez que me tendía su móvil con intención de que le grabara mi teléfono y yo le tendí el mío para que hiciera lo mismo. No sabía cómo podría acabar aquello, pero digamos que era un bonito comienzo.

martes, 5 de marzo de 2013

Capítulo 3.


Miré a los ojos de aquel chico rubio con curiosidad. Tenía menos de cinco segundos para buscar una manera de salir de allí. Piolín me miró con mala cara mientras el chico de camiseta de rayas se reía a carcajada limpia. Maddy se había conseguido librar de él y había ido a salvar a Lily. El chico de rizos se puso detrás de mí y yo me quedé entre el rubio y él. Fue Jamia la que se puso al lado de nosotros para calmar la situación.

- Vamos chicos, calmad la situación. Si la chica es mucho para vosotros es normal. A ver tú que te crees aquí el Don Juan con ese pelo chino que tienes. Y tú, rubio platino deja de armar jaleo que me han chivado que eres un prepotente sin cerebro.

Ambos chicos se quedan petrificados al escuchar las palabras de mi hermana y las demás empezaron a aplaudir. Vi como se aposentaba en sus rostros un color rojo y una mueca de disgusto y vergüenza. El del pelo rubio se giró hacia mi hermana y luego al chico que antes había estado hablando con ella. El miedo salpicó su cara y sus ojos se oscurecieron. Enseguida se echó hacia atrás y me agarró de la mano.

- Suéltala Niall –amenazó el amigo de Jamia.
- Así que te llamas Niall… -interrumpí mirándolo a los ojos.
- Esto se nos ha ido de las manos, solamente era una broma Gerard.
- Las bromas se las haces a las zorras de turno, no a ellas.

Niall me miró con remordimiento y cobardía. Dirigí la vista hacia el otro, que estaba encarando a Gerard.

- No eres quien para amenazar, créeme.
- ¿Algo que objetar, Livingston?
- Eh. Ya basta. Disfrutad de la fiesta, aquí no ha pasado nada –apuntó otro chico.

A este no lo había visto antes. Tenía cara de ángel, literalmente. Ojos achinados marrones, y un pelo castaño claro. Una sonrisa preciosa que se borró enseguida al ver el panorama.

- Vámonos Lou, suéltala ya.
- Que conste que yo no he estado en plan machito como ellos dos –dejó de mirar al chico para dirigirse a Cher- he estado hablando con ella todo este tiempo. Somos amigos, he venido en son de paz.

Cher se sonrojó enseguida y se colocó a mi lado. El de rayas, al que el nuevo había llamado Lou se dirigió a nosotras.

- Me llamo Louis –dijo con una sonrisa. Al fin alguien normal.
- Yo soy Liam –dijo el nuevo- ¿dónde está Zayn?
- Se llevó a una de las chicas a los hombros.
- ¿Otra vez?
- ¿Suele hacerlo a menudo? –inquirí.
- Solo con las que le aparecen atractivas.
- Uh. Hoy Hanna vendrá con novedades  -dijo Devs en un susurro.
- ¿Decías algo? –preguntó Liam a Devs.
- Sí. Que eres muy mono, oye.

Liam se quedó perplejo ante la cortante frase de mi amiga. El de rizos le dio un codazo y éste respondió con un golpe en el cuello. Lily me cogió de la mano y llamó a Jamia para irnos. Y fue ahí cuando alguien tiró de nosotras.

- ¿Cómo te llamas rubia? –preguntó el chico de ojos verdes a Lily.
- Lily.
- ¿Y el de tu amiga la antipática? –añadió señalándome.
- Jane.

Lily parecía impasible y tranquila, pero por dentro yo sabía que estaba empezando a sufrir un pequeño terremoto de emociones. Sus pupilas estaban algo dilatadas y no a causa del alcohol, sus puños apretados y se movía con nerviosismo, tal y como actuaba en sus primeros días con James. Su historia con este chico era algo complicada. Se habían conocido en una fiesta y ambos se gustaban de antes así que terminó por pasar. No, nada del otro mundo, pero para Lily el simple hecho de un par de besos era motivo del fin del mundo. Y así me recordaba al actuar frente a los chicos que le parecían rematadamente atractivos, y para que engañar, aquel chico lo era. Nos miró con suspicacia y le tendió la mano a mi amiga.

- Me llamo Harry.
- Que te cunda.
- Oh vamos, como se nota que son amigas.
- Aire rizos, aire.

Harry me dirigió por último una mirada divertida y se marchó con Louis, al que arrastró hasta el tumulto de gente dejando a Cher con la palabra en la boca. Maddy me miró confusa y se dirigió a la barra. Quedábamos Jamia, Gerard, Niall, Devs, Liam y yo. El ambiente estaba algo tenso. Jamia me miró con curiosidad mientras intercalaba miradas avergonzadas con Gerard.

- Si quieres irte con él… -le susurré en el oído con picardía.
- ¡Gracias! Vuelvo temprano, prometido… ¿Tú estarás bien?
- Lo intentaré. El de rizos se ha ido y Piolín parece indefenso.
- No te metas en líos Jane.
- Vete tranquila.

Asentí viéndola marchar y les despedí con la mano. El rubio estaba sentado en el suelo con mi vaso intacto de Amaretto, mientras le daba vueltas sin parar.

- Voy con Maddy, tengo sed. Esto me ha dejado exhausta –apuntó Lily.
- Sí, sí. Me imagino que Harry te ha absorbido la energía.
- No seas estúpida. Jamás podría fijarme en alguien como él.
- Intenta engañar a tu madre Lils, pero no a mí. Solo te recuerdo algo… o mejor dicho… alguien.
- No digas nada y… -miró a Piolín- céntrate en lo tuyo –añadió guiñándome un ojo y marchándose.

Me giré buscando a Devs para irme a bailar con ella, pero para mi sorpresa estaba en una actitud algo extraña con Liam.

- ¿Cuántas sois? –le escuché preguntar al castaño.
- Siete. La chica morena que se fue con el chico que amenazó a tu amigo el rubio es hermana de Jane –dijo señalándome con disimulo. Mi arte para escuchar conversaciones era algo mágico.
- ¿Y qué os trae por aquí?
- Vacaciones. Simples y maravillosas vacaciones.
- ¿Universitarias?
- Hoy hemos dejado de serlo. Estamos al servicio de la comunidad y… del paro.
- ¡Qué coincidencia! –exclamó él rozándole la mano con entusiasmo. Cuando se fue a dar cuenta ya era demasiado tarde, el color rojo de Devs la había delatado- Y… ¿cuánto tiempo estaréis?
- Hasta septiembre.
- ¿Voy a tener el placer de verte todos los días?

Y ahí ya dejé de escuchar porque me parecía algo más íntimo. Miré a Cher que se había reunido con las chicas y yo emprendí mi viaje hacia la habitación. Ya estaba bien por aquella noche. Me arrastré por el gentío y por las múltiples salas de la planta baja y busqué durante diez minutos un ascensor. Necesitaba una ducha y dormir. Hasta bien tarde. Llegué a la habitación arrastrando los pies y desatándome la coleta, hasta que alguien me cogió del brazo y me atrajo hacia un cuarto que desconocía. El de las escobas. Me puso contra una de las estanterías polvorientas y encendió una luz tenue. Apenas había espacio entre nosotros y estaba agobiada. El sudor que desprendía aquel chico y el olor a alcohol me tenían revuelta.

- Mira por donde, volvemos a encontrarnos.
- ¿Otra vez tú? ¿No tienes a otras miles de chicas a las que molestar?
- Sé que te llamas Jane.
- ¿Quieres un aplauso por tu valiosa aportación?
- Vas de dura y seguro que en realidad eres más sensible que un bebé.
- No me pongas a prueba Pio…
- No me vuelvas a llamar Piolín.
- A tus amigos les encanta –dije pestañeando de forma exagerada.

Me sonrió igual que cuando me susurró horas antes que me iba a arrepentir de lo que había hecho y acto seguido me acarició la cara de una manera suave y tranquila. Le seguí el juego. Le di un beso en la mejilla con sensualidad fingida y le miré directamente a los ojos. Mierda. A aquella distancia podía ver claramente todo a través de ellos. Miedo, susto, venganza, rencor, pasión… un azul en el que me perdí al instante. Y unos dientes blancos cubiertos por brackets me saludaron.

- Es la primera vez que sonrío a una mujer estando borracho.
- No te creo. Déjame salir… por favor –añadí fingiendo miedo.
- ¿Estás asustada?
- No. Tengo sueño. Vamos Piol… rubio, déjame ir.
- A cambio de algo.

De repente ladeo suavemente la cabeza, cerró los ojos y se acercó peligrosamente a mí. No tenía otra opción.

- ¿A cambio de esto? –exclamé mientras levantaba la rodilla justamente hacia su entrepierna.

Cayó al suelo de rodillas haciendo aquel espacio más pequeño y poniéndome más difícil mi salida. Salté encima de él y abrí la puerta trastabillando. Escuché sus quejidos aún cuando cerré la puerta de mi cuarto. Y sonreí. No sé cual fue la razón. Puede que fuera el hecho de recordar aquellos ojos azules.